
Y en los llantos rezagados de furtivas despedidas, quien sabe que miserias, que sudores, que rupturas, hubieron de salvar para iniciar el rumbo. Tan solo la humana ansiedad de vencer la muerte, secó las lágrimas de un dolor desconocido al renunciar a su hogar. Quien sabe cuantos silencios albergaron sus miradas de miedo.
Promesas de guante blanco, sórdidas sombras de gentes malditas, que inflan sus bolsillos, con el tráfico humano, hacia un destino que nace accidentado, convirtiendo el fuego de la vida, en húmedos cadáveres tan solo velados por sus sueños.
Veinte metros les separaban de la vida que buscaban… y la fortuna no ha querido consentirles un puente. Quizás no buscaban aquí nada, tan solo huían. No retaron a la muerte porque no tuvieran miedo, es que el profundo sufrimiento bautizó sus anhelos con nombre de destierro.
En este último naufragio, han dejado sus últimos segundos veinticuatro inmigrantes, ahogando sus esperanzas en una costa extraña, donde nadie conocido los espera, sepultando en la memoria del diario, la cuenta de los muertos sumergidos.
El domingo en Lanzarote solo seis supervivientes y un testimonio impresionante, extraordinario…. Un vecino de la zona del accidente, a pesar del fuerte oleaje, se lanzó al mar a rescatar a los heridos y vivió según dice “uno de los momentos que no olvidará jamás, cuando un niño de 14 años, que se encontraba agarrado a la popa de la patera le gritó en francés "que me llevara primero a un niño" menor que él…”
Catorce años tan solo, un chaval, un adolescente que pudiera estar ajeno a tal sentido de la generosidad, a tan escrupulosa nobleza, especialmente en esa circunstancia de fuerte tensión, que hubiera dejado paralizado a cualquiera de nosotros.
Agradezco desde aquí el trabajo de los profesionales y voluntarios que acuden al auxilio de esta llamada de nuestras tierras vecinas. Manos amigas, responsables, fraternas, comprometidas, que ofrecen su ayuda, y acogen con pulcro cuidado a los supervivientes. Rodean con sus brazos la amargura y el antiguo dolor del inmigrante, tratando de aliviar la soledad de ese primer momento de decepción y muerte, que nos recuerda a todos, cada día, el olvidado privilegio que tenemos, de haber nacido a este lado del mar.