Hoy tenemos otra buena noticia, llena de sentido y esperanza.
Hannah Jones, la joven británica de 14 años que el año pasado rechazó someterse a un trasplante de corazón, ha decidido luchar.
Pudimos leer la historia de esta adolescente defendiendo su derecho a una muerte digna. Sus 5 años de vida, ya sabían de la enfermedad y del dolor físico, su infantil sonrisa tuvo que aprender a convivir con las lágrimas, debido a tantos tratamientos que intentaban curar su dolencia cardiaca.
Cumplidos los 13, ante la falta de expectativas para una salida definitiva a su problema, tomó la decisión más dura, más tremenda, de rendirse a la insistencia de su pequeño cuerpo de no recuperarse, decir adiós a la vida que le puso tan alto precio.
Y quién podía obligar a un ser inocente, puro, con el alma herida y cansada, a seguir sufriendo, a morir cada día esperando un milagro que aliviara su angustia.
Nuevamente la vida nos sorprende, nos saluda, nos espera, dándonos un respiro e iluminando un camino que empezó tan nublado. Los médicos han dado nuevos diagnósticos a Hannah, prevén un posible trasplante sin demasiado riesgo, así como la duración y mantenimiento del efecto en su cuerpo.
Hannah ha cambiado de opinión, ha decidido seguir luchando, renueva su esperanza, su preciado y pequeño tesoro de 14 años, que es su edad, su única y tan dura experiencia vital, ha encontrado una puerta abierta al mundo, y quiere seguir entre nosotros, quiere demostrar de qué está hecha, y prometerse un futuro.
Enhorabuena querida Hannah, hoy estoy alegre por ti, por tus padres, por los especialistas que han logrado ofrecerte una esperanza, y por una nueva vida que seguro te espera.
Tu camino empezó duro, pequeño cielo, pero verás salir el sol, y reirás con ganas tras esa lucha, serás testigo de alegría al remontar el dolor, y pasarán los años sobre ti, haciendo que madure tu ilusión. Ten fé, chiquita, podrás con la última batalla, y cruzarás la puerta que te abre el mundo, con la llave que tanto te costó lograr.