Lampedusa era el destino, triste y frágil alfombra de paso a europa. Salieron de Eritrea, seguramente con la forzada ilusion de un futuro mejor, atravesando un paso sembrado de abismos interiores. En busca de otra vida que pide a cambio demostrar que eres fuerte. No solo eso, exige un inconsciente impulso, fugaz, donde la decisión no contempla cobardías, ni ligerezas, ni vuelta atrás.
Una llama de auxilio, inocente, si es que el fuego contiene esa naturaleza, corrió por la barca, implacable, cuando hasta entonces el mar era el único enemigo.

Y las manos heridas de los que apenas podían agarrar una cuerda a diez centímetros para salvarse, se han alzado nuevamente sobre nuestras conciencias. Otro cayuco de la muerte viene a removernos por dentro. Mas de cien vidas, ahogadas en el mar de la indiferencia, y el injusto motivo de arriesgarlas.
Se que muchas otras llegan cada día, a distintos puntos de este "primer mundo", tremendo balance mortuorio, que al fin nos coloca en la parte más incivilizada de la evolución.
1 comentario:
Ana,
Si supieras la cantidad de veces que escribo en tu blog, y a continuación, siempre lo borro.
Superada por tu gran capacidad de expresión del amor al género humano, termino conformándome con sonreir cada vez que publicas.
Deseando siempre que nunca ceses y siempre sigas adelante con tu grandeza de espíritu y preciosa alma.
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