domingo, 4 de mayo de 2014

YO LO VI MAMÁ

Dicen por ahí
que madre solo hay una
pretendiendo acaso
que no existan desdichas
de anticipada orfandad.

Dolorosamente cierto
es que no todas las madres
procuran el bienestar
de quien trajeron al mundo
por su propia voluntad.

Pero yo te ví, mamá
recibirnos con dulzura
con la sonrisa que cura
los miedos del despertar

Yo te ví, bonita
recogiendo la niñez
entre palabras sensatas
sin ilusiones baratas
dejando a veces la piel

Yo lo ví, mamá
que dejabas tu bocado
como si hubiera sobrado
sin hacer sentirnos mal

Yo lo ví mamá
enseñarnos la otra cara
para estar bien preparadas
si las cosas iban mal,

Ví que nos dejabas solas
con tu secreta inquietud
por hacernos recordar
que aún deseándonos bien
siempre no estarías tu 

Yo lo ví, mamá
cuando crecían tus hijos
y reclamaban permisos
que no les querías dar

Te ví llorar en silencio
cuando las canas y el tiempo
precipitaban la marcha
de tu casa hacia otro hogar

Yo lo ví, mamá
cambiar tu forma de ver
las costumbres recibidas
si era por favorecer
y facilitar la vida

Y te ví, mamá
ofrecernos todo esto
con el corazón perfecto
así es que ya no estás
y en mi alma yo te llevo.

miércoles, 19 de febrero de 2014

BRAVURA AL VIVIR, DULZURA DE SER

Siento que los días pasados cargaron en mi cuerpo un muro de hormigón. Y no puede derribarlo cualquier fuerza, es un muro construído con dolor, a golpe de lágrimas cansadas, de silencios fríos y soledad forzada.

Recuerdo mis pasos inevitables por un camino que hoy podría andar a ciegas. Y una fuerza poderosa me decía que ningún agotamiento debía interrumpir mi propósito diario, y es que el fin era importante, más que una simple debilidad humana, o la queja frágil de un llanto inundado.
 
Recuerdo días de inmensa tristeza que querían hundir la energía que aún necesitaba. Sabía que allí ella me esperaba, llena de valor, llena de lucha en un cuerpo abatido, con una sonrisa que comprometía la verdad con la ilusión de aguantar.



Ella... ella nunca lloraba, admiraba la belleza y consentía el dolor, de la vida me decía que era un don del señor, y a pesar de las tristezas, alababa su esplendor. Ella abarcaba mi vida, ella...  me enseñó a ser yo. Contenía su mirada tantos días de valor, luchados con espada de coraje, a gigantes de lágrimas venció.
 
Fortaleza imbatible... me obliga a no olvidar nunca que ni en los peores días, ni en esos que las fuerzas su debilidad casi vencía, no quiso borrar de su rostro la mirada más dulce, la sonrisa más sincera, ni la llama intensa de su existencia.
 
Y por eso no se me olvida, que de pronto había ocasiones, en que fue capaz de alternar con suma sabiduría la bravura y la dulzura, esa difícil misión, la cumplió estrictamente, en eso también triunfó.

Gracias por eso mamá.