domingo, 20 de diciembre de 2009

Continua el camino

Ya estoy aquí, después de un largo periodo sin escribir, apenas sin leer. Ausente de algunas rutinas y presente en la falta de impulsos, tras días de lucha, de dolor por ausencias forzosas, varios sinsabores y alguna decepción, vengo de hacer equilibrios sobre una cuerda floja, con las huellas aún marcadas por mis últimos temores. Al fín, no han sido suficientes las excusas y buscando en paisajes antiguos, he encontrado los simbolos que dibujé sobre pasadas victorias. Ahora vuelvo a pasearme con la primera intención, la original, la que nunca me ha fallado, la única que puede cruzar impermeable a ese dolor que pretende cercar mi territorio. Ofreciéndonos la vida una geografía infinita de posibilidades, existe una vertiente formada por los extremos, o dicho de otra manera, las paradojas de la vida, que a veces se muestran, dolorosamente desconcertantes, otras, dicen, necesarias para el perfecto equilibrio. Y entre ellos, multitud de seres luchan porque cada nuevo día nos permita vivir en armonía. Ese instinto que nos crea, buscando la vida entre luces y sombras, dichas y tristezas, ruidos y silencios, donde se albergan miles de historias anónimas, y quiere avanzar a pesar de todo. Observo los mundos personales que habitan las relaciones humanas, y veo el peligro de no mantener la consciencia activa, ante el riesgo que corremos de abandonar la raiz traicionando las señales originales y permitiendo la transformación de objetivos que nacieron con afán inmutable. Me duele sentir cerca la soberbia, la vanidad, el orgullo enfermizo que destruye la bondad, y me causa impotencia la mentira, por encima de todo, esa misma que proclama con bellas palabras la razón que nunca avalarán los hechos. Palabras con fáciles adornos, que se lanzan con la honestidad podrida. Por eso, intento zafarme de estas agresiones que la vida conlleva, pero son sibilinas algunas, y logran despistarme. Necesito aprender el misterio de la fuerza, que se rie a menudo de nuestras tragedias. Tras todo esto, debo recordar aquellas otras experiencias que han llenado mi alma de tranquilidad. Entre estas sensaciones que acuden a mi mente, recuerdo unas palabras que leí que decian que "la vida no consiste en esperar a que pase la tormenta, sino en aprender a bailar bajo la lluvia", y siento que esa es la tarea pendiente, cuando mi reacción sea la de salir corriendo, repasaré las notas ya escritas, para poder quedarme en mi sitio, y no desmontar proyectos que han sido construidos con muchisima ilusión. Vuelvo a la tarea, nuevamente